8.1.10

Estela Valle de Ventura

por Rafael Benabib, el 22-11-2009

A sus 101 años de edad, doña Estela Valle de Ventura guarda celosamente la historia de su vida, la cual nos es relatada por sus cuatro hijos: Malena, Teresa, Ángel y José.

Estela nació el mes de junio de 1908 en la ciudad de Iguala, Guerrero. Sus padres fueron doña Josefa Segura y don Herculano Valle Nájera.

El padre, a consecuencia del asesinato del Presidente Francisco I. Madero, a manos del usurpador Victoriano Huerta, en 1913, se unió a las fuerzas constitucionalistas y obtuvo el grado de coronel, hasta el día de su muerte, en 1916.

Estelita llegó a Cuernavaca en 1915 y fue internada en el Colegio Santa Inés. Al poco tiempo la llevaron a México con las hermanas Teresianas, donde terminó la secundaria y la carrera de Comercio y Contabilidad.
Ahí conoció a Lucía Neri, hija del licenciado Eduardo Neri, entonces procurador de Justicia de la República durante el gobierno del presidente Álvaro Obregón, llegando a ser senador por la República. Invitada a la casa de su amiga Lucía, conoció al pasante de Medicina Ángel Ventura Neri, con quien contrajo nupcias en 1929, al poco tiempo que Ángel Ventura se titulara de Médico Cirujano.

Llegaron a Cuernavaca en 1931. De radiante belleza y hermosa figura, a doña Estela casi no se le conocía en la ciudad, y, a pesar de haber terminado sus estudios, nunca pudo ejercer, ya que en aquella época estaba mal visto que las mujeres trabajaran fuera de la casa. Donde mostraba sus artes culinarias era en su cocina, con platillos que provenían desde el siglo XIX, aprendidos con la madre y con la abuela, los cuales gozaban plenamente sus invitados. En aquel entonces, se acostumbraba que cada una de las amigas llevara un platillo de su preferencia, pero nadie quería competir con ella, por lo que llevaban postres, galletas, gelatinas y pasteles. A ella le encantaba que las tertulias, que la mayoría de las fiestas de cumpleaños y que las kermeses se hicieran en su casa, pues era una maravillosa anfitriona.

Entre sus amigas se encontraban las señoras Elena Aranda de Rivera Crespo, su aún amiga doña Maura Ruiz de Flores, María Teresa Flores de Navarro, Margarita Flores de Lavín, Estela Morelos, la Chata Ilizaliturri, Amelia Díaz Garza, esposa del doctor Meana, doña Toñita Caballero Díaz y muchas otras damas, con quienes hacía trabajos de voluntariado, ya fuera en la incipiente Cruz Roja o en los asilos de ancianos que existían en los límites de la ciudad. De entre muchas de sus amigas, Estelita es una de las pocas que les ha sobrevivido.

Su esposo, el cirujano Ángel Ventura Neri, fue un famoso doctor que posteriormente cursó la especialidad de Cardiología y a quien el Gobernador Vicente Estrada Cajigal siempre le llamó “Doctor Neri”, al creer que Ventura era su nombre propio. Su hija Malena cursó la universidad en Tepoztlán y después en la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras, bajo la tutela del maestro Gaos. María Teresa está encargada de la administración de la fábrica “Mosaicos Venecianos”; Ángel es licenciado en Economía, trabajó en la Conasupo con Carlos Hank González y fue dos veces aenador por la República; y José, también licenciado en Economía, siempre ha sido una persona activa dentro de la política.

En un baile de disfraces del Club Rotario que se celebró en el Club de Golf Cuernavaca, doña Estelita se disfrazó de mujer andrajosa, a quien los agentes de seguridad intentaron sacar al no reconocerla como la señora Valle de Ventura. Esa noche, además de ser el alma de la fiesta, obtuvo el primer premio por ese original disfraz.

Al contrario que en sus primeros años, doña Estelita no se quería perder ni un baile ni una sola festividad o de seguir haciendo sus bromas, al contrario del doctor Ventura Neri, quien era muy serio y bastante conservador.

Doña Estela tenía la gracia de tocar muy bien el piano y gustaba de interpretar a los clásicos, además de ser muy buena costurera, y confeccionaba los vestidos de sus dos hijas. Ella misma se encargaba, sin descuidar detalle alguno, de tener bien pintada su casa de la avenida Morelos sur, donde ahora están las oficinas del Sistema de Agua Potable de Cuernavaca.

Doña Estela Valle de Ventura es un ejemplo de toda esa gente que llegó a Cuernavaca a recuperar su identidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

oyeme no!!!!! me tengo q venir a enterar aqui de cosas de mi abuela!!!! jajajajaja
me encanta!!!!!